Todo directivo se enfrenta a la paradoja de un trabajo consiente en alcanzar unos resultados que están por encima de sus capacidades individuales. Frente a este reto sólo caben dos alternativas: “hacer” más cosas, o bien “hacer hacer”, es decir, DELEGAR.
Dirigir es el arte de conseguir resultados a través de las personas. Dirigir implica alcanzar metas excelentes mediante la aportación de otras personas dentro de un equipo. Por este motivo, la DELEGACIÓN es una técnica esencial del Management.
En un plano conceptual, todos los directivos se identifican con esta idea. Pero en la práctica cotidiana, los principios fundamentales de la delegación se ignoran o se vulneran. Muchos confunden el delegar con mandar, incluso al estilo cuartelario, mientras otros creen que delegar es sinónimo de abdicar de las propias responsabilidades.
La auténtica delegación es una habilidad clave que marca la diferencia entre la excelencia y la mediocridad directiva. Gracias a este recurso, el ejecutivo eficaz potencia a la vez sus propias capacidades individuales y el potencial de sus colaboradores.
El peligro de ser indispensable…
No hay nadie que sea totalmente indispensable, aunque tenemos tendencia a pensar que lo somos. Sentirse necesitado es una reacción muy humana. Pero aquél directivo que se convierte voluntaria o involuntariamente en indispensable termina siendo víctima de la “trampa de la indispensabilidad”: permanece aprisionado para siempre en el mismo puesto, perdiendo valiosas oportunidades de promoción.
El obstáculo crítico para la delegación es el miedo. El directivo tiene miedo de que los resultados de la tarea a delegar sean pobres. El colaborador, por su parte, también teme hacerlo mal. Estos miedos sólo se disipan completamente con la finalización de la tarea, pero pueden reducirse sustancialmente cuando la delegación se lleva a cabo siguiendo un método de eficacia garantizada.
El profesor Francisco J. Palom Izquierdo presenta la metodología para la delegación eficaz, a partir de la definición de este concepto clave: “Delegar es un proceso para conferir a los colaboradores el encargo de una actividad, estableciendo en un diálogo a dos bandas el objetivo a conseguir, la estrategia general, los medios a emplear, los plazos para su ejecución y el sistema de información y evaluación de los resultados, concediendo la autoridad y libertad necesarias para llevar a cabo la actividad, pero conservando siempre la responsabilidad final por el resultado”.
Los Beneficios de la delegación
- Obtener más provecho del propio tiempo.
- Desarrollar las capacidades de los miembros de su equipo.
- Motivar a los colaboradores.
- Tomar mejores decisiones.
Las causas de una delegación ineficaz
- Querer mantener la imagen de que el Jefe lo resuelve todo.
- Desconfianza en los colaboradores, miedo e intolerancia a los errores ajenos.
- No establecer con claridad los objetivos que debe alcanzar el colaborador.
- No establecer conjuntamente la estrategia para realizar la tarea.
- No clarificar los criterios de evaluación del resultado.
- Pensar que el trabajo debe ser realizado por uno mismo para obtener calidad.
- “Espiar por la espalda” al colaborador mientras realiza lo encomendado.
- Temor a que algún colaborador con capacidad y talento le desplace de su puesto.
- Delegar tareas sin delegar la autoridad suficiente.
- Delegación con “abdicación”: delegar la responsabilidad final.